Cine, fútbol y Brasil: El año que mis padres se fueron de vacaciones

Por Luis Tormo

Cada año, a mediados de agosto, asistimos al resurgimiento del espectáculo futbolístico; todos los equipos se reincorporan a su rutina con los torneos veraniegos y los partidos de preparación para el inicio de la temporada que inundan las retrasmisiones deportivas de las diferentes televisiones.

Y coincidiendo con esta avalancha futbolística mediatizada a través de la televisión, podemos ver en estas fechas la película brasileña El año que mis padres se fueron de vacaciones (O Ano em Que Meus Pais Saíram de Férias) que aúna en sus imágenes fútbol y política. Ambientada durante la celebración de la Copa Mundial de Fútbol de 1970, celebrada en México, y que sirvió para encumbrar definitivamente a la selección canarinha y a toda una generación de estrellas encabezadas por Pele. En este torneo Brasil conquistó su tercera copa del mundo y el éxito deportivo sirvió para aportar alegría a un país que entonces se encontraba sometido a la dictadura de los generales, en un ejercicio de lavado de cara donde se mezclaba el orgullo nacional por la victoria y la utilización política de un acontecimiento que ocultaba la situación real del país. La manipulación de un evento deportivo para otros fines es un hecho que se ha repetido en reiteradas ocasiones y tenemos como ejemplos la conquista de la Eurocopa por parte de España en 1964 en la mítica final frente a la Unión Soviética (el gol de Marcelino), donde la España franquista se apuntaba un tanto propagandístico en un partido que era algo más que un acontecimiento deportivo; o la conquista de la Copa Mundial de Fútbol en 1978 por Argentina en un momento en el que la dictadura presidida por el general Videla cometía los terribles asesinatos dentro de la lucha contra la subversión que incluía el programa de desapariciones que acabó con miles de opositores.

El filme brasileño, dirigido por Cao Hamburger y que se estrena con bastante retraso pues su año de producción es 2006, narra como un niño de doce años, Mauro, sufre las consecuencias de la situación política del momento. Obligados sus padres a huir para escapar de la policía política, el niño es dejado a la tutela de su abuelo mientras sus progenitores “se van de vacaciones”. A partir de ese momento los acontecimientos son vistos a través de los ojos del niño, ojos que al igual que gran parte del país se centran en el desarrollo del campeonato de fútbol y donde los partidos de la selección brasileña se convierten en hitos extraordinarios conforme Brasil va clasificándose para las siguientes fases de la competición.

Extraído de su contexto habitual, Mauro deberá iniciar una nueva vida junto a un abuelo al que prácticamente desconoce y en un barrio muy distinto al suyo pues el abuelo vive en un barrio judío de Sãu Paulo muy diferente del entorno en que Mauro se había estado moviendo hasta ese momento. El descubrimiento de nuevas personas que a partir de ahora serán importantes en su vida, la amistad, el acceso al universo femenino (una niña compañera de juegos o las mujeres observadas mientras se cambian de ropa) y los acontecimientos deportivos hace que el protagonista evolucione entre la tristeza y la alegría de todas las cosas que le suceden.

Centrada más en la descripción costumbrista de todo lo que rodea al niño, el filme nos muestra los innumerables detalles novedosos que experimenta el protagonista describiendo la vida cotidiana de un personaje que debe acostumbrarse a su nueva vida. Es cierto que sobre el telón de fondo que conforma ese barrio y esos personajes aparecen elementos que nos recuerdan el sistema dictatorial en que se desarrollan los hechos (el personaje del joven activista, la policía política, la ausencia del padre en el epílogo del filme), pero como el punto de vista reside en el niño, los acontecimientos individuales primarán sobre reflexión general.

El año que mis padres se fueron de vacaciones es un filme que muestra más que analiza, donde la melancolía de unos personajes centrados alrededor de lo que ocurre en la televisión, se impone al análisis de la situación real.