Crítica No es tan fácil

Sonrisas y alguna lágrima 1 2 3 4 5
Escribe Gloria Benito

Cartel de No es tan fácil
Cada dos o tres años, Nancy Meyers estrena película romántica con protagonista femenina, género cinematográfico que le asegura la fidelidad de un público tan incondicional como los ingresos que genera el cine comercial. Tras la anodina y previsible Vacaciones (2006) vuelve Nancy Meyers a retomar el tema de la mujer madurita e independiente, divorciada y moderna, que se ve obligada por las circunstancias a tomar decisiones que afectan a su vida sentimental y amorosa. Como en casi todas sus películas, las mujeres y hombres que pueblan los argumentos de esta directora pertenecen a las clases medias acomodadas de la sociedad estadounidense, cuyas vidas transcurren felices y tranquilas en espléndidas urbanizaciones pobladas de bosques tapizados de verde césped y en las que se asientan casas tan bellas, cómodas y amuebladas con tanto gusto que harían las delicias de la más exigente revista de decoración de interiores.

Los protagonistas de No es tan fácilComo en Cuando menos te lo esperas (2003) la protagonista de la historia es una mujer madura, Jane (Meryl Streep), que regenta una panadería-pastelería en la ciudad de Santa Bárbara. Divorciada de Jake (Alec Baldwin) , casado en segundas nupcias con la joven y pasional Agness (Lake Bul), se dispone a celebrar una reunión familiar en Nueva York con motivo de la graduación del hijo de ambos. El encuentro de todos los miembros de la familia a la que se suman los novios, prometidos y nuevas esposas, da lugar a una serie de situaciones, encuentros y desencuentros de los que se sirve la directora para hilvanar las típicas secuencias propias de la comedia, que se resuelven sin sorpresas ni especiales muestras de talento. Por ejemplo, las graciosas peripecias del futuro yerno de Jane para ocultar a las hijas de ésta las sospechas de una posible e inconveniente relación entre la protagonista y el exmarido se resuelven con los clásicos gags de toda la vida, a base de provocar la risa fácil mediante la sorpresa y la complicidad entre los espectadores y los personajes, que permanecen ignorantes de lo que sucede a sus espaldas. O más adelante, cuando la situación se complica con la aparición del arquitecto recién divorciado Adam (Steve Martin), interesado en Jane y tercer vértice del triángulo amoroso. Con un reparto formado por actores consolidados que aseguran el éxito de taquilla y una larga vida para la película en las televisiones de todo el mundo, construye Nancy Meyers una comedia al uso que discurre sin demasiados fallos ni aciertos, con la mediocridad como marca de la casa, que no obstante se deja ver y resulta entretenida para espectadores poco exigentes que se conforman con pasar un buen rato y volver a sus vidas con una sonrisa en los labios. Tampoco llama la atención el trabajo de los actores y actrices que participan en el filme. Destaca quizá Alec Baldwin, en un papel que se sale de su registro habitual, pues el resto de actores hacen lo que se espera de ellos: Steve Martin ejecuta sus habituales contorsiones, provocadas en este caso por fumar un porro de marihuana, y Meryl Streep nos regala con esas abundantes e insoportables risas impostadas que gasta últimamente y que no se sabe si están en el guión o son consecuencia de un doblaje sádico. En suma, una película fácil de ver, sin otra pretensión que la de hacer pasar un rato agradable a un público sobre todo femenino y maduro, que soltará seguramente algunas risas mezcladas con alguna que otra lágrima.
No es tan fácil

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