Crítica de Green Zone

Confirmadas mentiras sobre las ADM 1 2 3 4 5
Escribe Carlos Losada

Cartel de Green zone
No teníamos dudas sobre las mentiras arriba mencionadas, dudas de que las ADM –Armas de Destrucción Masiva, como habréis supuesto- no existían en ninguna de las acepciones, por mucho que el Trío de las Azores, cada uno a su estilo, desde poner los pies encima de la mesa, hasta la bocanada de alcohol o la sonrisa meliflua, nos querían hacer creer.

Pero por si a alguien no le gusta la verdad, Paul Greengrass se encarga de dejarnos, con total evidencia, de que las mentiras sobre las ADM existieron antes que los hechos. Así nos lo cuenta, con imágenes tan verosímiles como excelentemente rodadas, en esta Green Zone. Distrito protegido, donde además ha contado con el siempre eficaz y buen actor que es Matt Damon, muy bien acompañado por Greg Kinnear, Brendan Gleeson, Amy Ryan y toda la lista del estupendo reparto.

Green zoneAsí que ahí tenemos al subteniente Roy Miller (Matt Damon) buscando las susodichas ADM y encontrando almacenes polvorientos o pistas que conducen a una verdad que no le interesa a Clark Poundstone (Greg Kinnear), uno de los “cerebros” de las mentiras, a las órdenes directas de la Casa Blanca, en combinación con un general baazista, contrario a Sadam Hussein, para invadir Irak y poner a dicho general en el poder (lo acaban matando, para que no haya dudas, porque podía irse de la lengua; y entonces ¿qué iba a ser del petróleo y de las ADM?).

Y también en la relación con la CIA, a través de Martin Brown (Brendan Gleeson), y la periodista Lawrie Dayne (Amy Ryan), queda de manifiesto que las mentiras y contra mentiras entre unos y otros eran constantes, amén de intentar sobornar con estupendos dólares a quien se pusiese o estuviese a tiro –en el doble sentido.

Al poner todo esto al descubierto, con el buen guión de Brian Helgeland –recuérdese Mystic River-, basado en la novela, éxito de ventas, de Rajiv Chandrasekaran, titulada “Vida imperial en la ciudad esmeralda: dentro de la zona verde de Bagdad”, el director nos envía el mensaje claro y eficaz de que la guerra de Irak fue un montaje de tal envergadura, que había que sincronizarlo al máximo para que nadie pudiese dudar de la existencia de las ADM, y menos que en plena contienda un subteniente cualquiera lo desbaratase todo.

Rodada en decorados naturales en España (Los Alcázares, en Murcia), Inglaterra y sobre todo en Marruecos (en los alrededores de Rabat), los ambientes bélicos, la huida de la población, los bombardeos, todo, en una palabra, parece filmado en plena contienda cuando la invasión de Irak en 2003, tal es la eficacia y el buen hacer de Paul Greengrass –de él no olvidamos la excelente United 93, sobre los ataques terroristas del 11-S-.


Green zone

La acción trepidante de la película, así como el ambiente de opresión y misterio que rodean la búsqueda, se consiguen con la naturalidad que da el contemplar como todos parecen implicados en lo que hacen, porque es la realidad que viven. Se agradece una película donde los propios americanos se critican a sí mismos, y hasta con pasión, sin que por ello se destruyan como nación; antes al contrario, de gestos así de sinceros sale fortalecida para el futuro, donde esperemos que las mentiras no tienten a los gobernantes ineptos, falsos y soberbios.

Y si de Green Zone. Distrito protegido, la crítica es eficaz y saludable, no lo es menos su lenguaje fílmico, pese a algunas reiteraciones en acciones guerreras. Esperamos que Paul Greengrass siga dándonos buen cine.

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