Cinema Jove: 25 aniversario (IV)

Llegan los americanos

Escribe Adolfo Bellido López

Alegrías

Agunstín García Mantilla
Es bueno encontrarse con amigos, con la gente que nos aprecia y a las que apreciamos. Es bonito, en la etapa que ha estado (y que esperamos vuelva pronto a estar con vosotros) nuestra web Encadenados activa, recibir emails cariñosos, entusiastas, de varios de nuestros antiguos alumnos, que aprendieron a amar el cine asistiendo a las sesiones de cineclub de la laboral de Cheste. Algunos pasaron a ser amigos para siempre, incluso unos pocos pasaron a formar parte de la revista. Hechos como éste dan sentido a la labor realizada. Existen profesiones donde el resultado es inmediato, no ocurre así en la enseñanza. Por eso a veces resulta descorazonadora la profesión. Se desperdiga nuestro alumnado por distintos caminos. En gran parte no se van a volver a encontrar con el nuestro. ¿Cuál ha sido entonces nuestra labor? ¿Qué hemos hecho, por ellos? ¿En qué les ayudamos, apoyamos? En general, la respuesta, se pierde en la nebulosa de los tiempos.

El (los) encuentro(s) nos llenan de alegría. También el comprobar cómo, aunque paremos perdidos en las mil marañas tejidas en la red, se ha llegado a nosotros. Se ha llegado a nosotros por alguien que dijo que allí estábamos, por quién de manera casual en su navegación se tropezó con una revista llamada Encadenados que, mira por donde, tenía el título de aquella que un día se publicaba en el sitio donde estudiaba. Y ¡bingo! ambas eran la misma, estaban en manos de las mismas personas.

Más sorprendente aún es que se nos descubra en un blog, uno de los cientos y cientos (en tipo, forma, lugar) que conviven en el espacio informático. Comprobamos, entonces, que se nos lee, que se nos sigue, que no estamos solos en la galaxia entrecruzada por múltiples redes.

Por eso, por ello, por esos brindis que celebran el encuentro lo que estamos haciendo, tiene todo esto un sentido. Como aquello que se plantea y que es, como saben los que me conocen, una de mis referencias preferidas, al final de Fellini 8 ½, cuando el director del filme que es pero no es, se pregunta si abandonar lo que hace, dejarlo como está o destruirlo: si lo hecho sirve para alguien, aunque sea para uno sólo, es digno de salir a la luz, es la conclusión felliniana, la que hace posible la existencia de tan estupendo filme.

Por eso ahora cuando inicio esta serie, después de varios días de asueto, debido en parte al parón veraniego, tengo que hacer mención al cariñoso comentario de un amigo perdido en el túnel del tiempo, Agustin García Matilla, quién nos recuerda, nos lee, brinda con nosotros por tantas cosas como compartimos en el pasado en el mundo del audiovisual, por lo que por caminos diferentes seguimos compartiendo con él, con otros excelentes amigos tan cercanos a ambos como Roberto Aparici… Dos personas de las que tanto, tantos, aprendimos desde aquellos programas audiovisuales que llevaban en la UNED.

Es un placer, Agustín, saber que sigues ahí al pie del cañón y que nos guardas un sitio dentro de ti. Gracias, amigo.

Con Agustín no pude vivir, me fue imposible a pesar de haberlo previsto, pero sí la vivió Ángel San Martín, la experiencia, propiciada también por Cinema Jove, de la visita a algunas zonas de Alemania para conocer lo que se hacia en materia audiovisual dentro de la enseñanza. No podía, ni puedo estar, en todos los sitios. Siempre existirán fiestas que tendremos que perdernos.


Paréntesis

John Ford
Al comienzo de este verano caluroso de 2010 estuve en Irlanda. Allí, desde luego, por fortuna, no existía el calor de por aquí o el que… habrá padecido nuestro compañero de redacción Juan Ramón en el infierno ruso con esa ola de calor (e incendios varios) nunca vista.

El viaje realizado a Irlanda viene a cuento por el pase casi no previsto por la mítica (e inexistente) población de Innisfree. Como se sabe, el cine es una cosa, la realidad otra. John Ford se inventó esta población para rodar ese hermoso cuento que es El hombre tranquilo, una de sus grandes obras, que crece a cada visionado. En realidad la localidad donde se rodó es la de Cong cercana a una maravillosa zona de acantilados. Viendo la película uno se pregunta cómo es posible que en el filme no aparezca ni niebla, ni lluvia. Como también tiene uno que preguntarse lo mismo cuando sabe que Irlanda es el lugar donde se han rodado partes de infinidad de películas que van desde Barri Lindon de Kubrick hasta Salvad al soldado Ryan de Spielberg.

En la película de Ford los campos relucen como corresponde a la exaltación de un país entrañable. Desgraciadamente, en el momento actual el dinero se ha metido por medio. En la zona, un gran hotel se denomina con el título de la película, del que dicen algunas guías de viajes que se hospedaron y hospedan gente importante, como… Reagan (¡por favor!) y donde además, al ladito de tal construcción se han inventado (mal reproducida) la cabaña en la que vivía John Wayne en la película, para que se fotografíen los turistas… Toda la zona, eso sí, respira, se mueve en el recuerdo del memorable título de Ford.

Es sin duda el filme por excelencia rodado en Irlanda aunque algunos se empeñen en remarcar la grandeza del tan interesante como discutible Michael Colins de Neil Jordan, aunque sólo sea para tratar de realizar una identidad (imposible) entre la realidad (lugares exactos donde transcurrieron todos los sucesos del filme) y la ficción que es la película. Algunas personas siguen (en clases, incluso) tratando de utilizar películas como reflejos de la realidad o verdad (casi) absoluta. Que se lo pregunten, por ejemplo, a la serie que actualmente pasan por TV1, Los Tudor, capaz de modificar (no de ampliar, de tratar de encontrar un significado), sin ningún rubor, la propia historia. Aparte de cambiar, en función de no se qué razón, el formato de pantalla en nuestra sacrosanta tele.

Cuánto daño hacen aquellos que confunden el cine con la realidad, lo que se cuenta con los hechos que ocurrieron. El cine trata de explicarnos esos sucesos, de interpretarlos. No de (lo cuál es imposible) mostrarlos como fueron en realidad. Casi peor que confundir la realidad con los sueños como trata de (mal) explicar ese cuentista que es Nolan en la para mi risible película de aliento bondiano o bourneriano que es Origen.


Volviendo

Thomas Vinterberg
A los pocos años de vida de Cinema Jove existía ya una Sección Oficial (S.O.) de largometrajes, aunque eso sí, los que participaban en ella no podían sobrepasar una determinada edad.

Aquella edad tope se inició con menos de los treinta; Con el paso de los años, al comprobar lo difícil que resultaba pescar aquí o allá buenos títulos amparados en tal identidad, la edad de los participantes fue subiendo llegando a alcanzar, en las últimas ediciones en las que se mantuvo la edad, los 35 años. Actualmente, no se exime a ningún realizador de participar por la edad. O sea que lo mismo, como en este mismo año, puede presentarse a concurso un realizador o realizadora veterano/a que uno/a que comience. Una cosa es limitar la edad otra muy diferente suprimirla. Si es así, ¿por qué sigue denominándose Cinema Jove? Es claro que éste es un festival de los más de doscientos que existen en España (o sea que si añadimos los de ahí fuera, tendremos…), lo cuál quiere decir que para lograr una película interesante, que además no se haya visto demasiado en festivales (para que se pueda atraer a la critica), o que no aparezca en la programación de los certámenes de acá, se tendrán que buscar formulas demasiado alternativas. Sí, pueden presentarse realizadores a concurso (cuyas obras se escogerán o no, algo que ocurre normalmente en la S.O. de cortos) pero lo normal será que los ojeadores, que tiene CJ en otros festivales, traten de apalabrar las películas más idóneas para el festival. El hecho que cualquier realizador pueda competir lleva a la extraña competencia que en la presente edición se provocó entre Submarino de Vintenberg (como dije cuando hablé de esta edición, es un asiduo en Cinema Jove, que llegó incluso a clausurar en alguna ocasión u ocasiones el festival) y las primerizas obras (o casi) de otros realizadores. Como comentamos, no se premió a Vintenberg, probablemente, por ser el más profesional de todos los participantes. Lo cuál, por otra parte, fue injusto.

Mientras las distintas secciones crecían, el apartado escolar no se quedaba atrás. Buscábamos formas de ampliar, dotar de dinamismo, crear un foro de discusión entre los alumnos, los profesores. Se desarrollaban también mesas redondas donde participantes de la S.O. presentaban sus películas frente a algunas del apartado escolar como forma de debate entre ambos grupos.

Se consiguió ello en los últimos años en los que Mario estuvo de director. Con la llegada a la dirección de José Luis, se siguió apostando por esa unión entre uno y otro apartado. No se sostuvo en toda su etapa (tan sólo estuvo tres años como director al no poder compaginar esta labor con la de director de la Filmoteca Valenciana) para irremisiblemente ignorarse en los años (desde el 2000) en que Rafael Maluenda asume la dirección.

El intento de trasladar el apartado escolar a los primeros días de Cinema Jove, en vez de mantenerlo, como en los primeros años en los que el festival engrandece sus categorías amateurs y profesionales, no dió el resultado apetecido. Antes, los escolares tenían su minuto de gloria en la gala inaugural donde se incluía la entrega de los premios escolares, ahora el encuentro audiovisual de jóvenes era devorado por las otras secciones del festival, sin que la sección padre del certamen encontrase su verdadero acomodo. La relación entre esta sección y el resto no se ha conseguido. No se tienen que buscar culpables. No existen. Simplemente no se ha encontrado esa forma, necesaria, de integración

Actualmente, en general, el certamen escolar (o de jóvenes grupos escolares) sigue fiel al esquema que un día planteamos Ángel San Martin y yo, es decir dividir las películas en bloques (estéticos, temáticos) para su proyección, siempre dentro del correspondiente apartado en el que se participa. Al principio los participantes se englobaban en la categoría “A”, que sería aproximadamente equivalente a los alumnos de primaria, y “B”, alumnado de secundaria. Como los participantes pertenecían a proyectos grupales de cursos, asignaturas (centros reglados, grupos culturales…), quedaba un sector sin cubrir (o mal integrado en ambas secciones) que correspondía al alumnado de academias de cine, de escuelas de formación profesional de imagen, de trabajos de alumnos de estudios universitarios, como por ejemplo Comunicación Audiovisual… Esas producciones se incluyeron en una nueva categoría, la “C”, que actualmente se sigue manteniendo. Será, para entendernos, la que acoge producciones (aunque eso no siempre sea así) más profesionales.

Por cada película seleccionada se invitaba (si el centro era de Valencia o de lugares cercanos se corría a cargo únicamente con los gastos de manutención, si era de fuera se pagaba alojamiento más comidas) a un número de alumnos/as por centro más el profesor/a acompañante. Un alumno se encargaba de presentar la película en la que había intervenido antes de que se proyectara. Al final de cada bloque, con los diferentes representantes-presentadores, tenía lugar un coloquio.

Otras actividades servían y sirven de escolta a estas proyecciones, tales como una selección de obras de diferentes festivales internacionales, proyectos audiovisuales sobre la forma de desarrollo o implantación del audiovisual en la escuela en las diferentes comunidades autónomas, debate de propuestas de diversas entidades en su trabajo sobre la imagen, talleres de animación (algunos de ellos, como los de Pablo Llorens, excelentes), proyección con coloquio de una película clásica, actividades lúdicas para los escolares, entrega de premios amenizadas en algunas casos, sobre todo en los últimos años, por excelentes grupos de animación aunando música, circo, teatro….

La actividad tanto burocrática como de llevar el peso de la sesión (en cuanto presentaciones, coloquios después de las proyecciones) e incluso en el cuidar de los escolares con el fin de hacerles más llevadero los (pocos) huecos que tenían a lo largo del apretado programa, fue conducida durante un cierto tiempo por un personal contratado por el Instituto Valencia de Juventud, organismo que supone durante tiempo el cimiento sobre el que se asienta año tras año el certamen. Contamos en aquellos años, pues con una persona como animador. Nos apoyaremos sin dificultad en él: mi hijo Adolfo que posee un gran carisma personal y que en esos tiempos, de estudiante universitario, coordina talleres prácticos de vídeo, en diferentes centros de la ciudad. En su trabajo llegará a conocer, casi, mejor que Ángel y yo, al alumnado y profesorado participante. Sabe como preparar las presentaciones, tener todo a punto. Su labor se extenderá (salvo un año en el que por problemas de exámenes se verá obligado a traspasar, a última hora, los deberes a Álex, su hermano, quién realizó una estupenda labor) hasta 1998 momento en el cuál va a vivir a Madrid. Desde ese instante parte de su labor la recogeremos Ángel y yo. Junto a Adolfo, siempre eficiente, tendremos también una especie de secretaria en apartado escolar. Es el equipo con el que contamos.

Creé esa sección, con la puesta en marcha de Cinema de Jove en 1986. Años después incorporé, como ayuda en el trabajo y también como forma de potenciar la sección, a Ángel San Martín, gran amigo, con el que compartí numerosas ediciones de Cinema Jove. En 2003 cerré mi ciclo pasando la antorcha del relevo a Ángel, que buscó en Ciro Ballester a la persona con la que compartiría la labor de continuar con el apartado escolar. Ciro solo estará, por motivos personales, unos años. Será en éste mismo año, de 2010, cuando ocupe su puesto otra persona… mientras Ángel continúa coordinando la sección.

Como dato curioso habrá que decir (creo que en uno de los capítulos anteriores ha sido comentado) que no será hasta el año 1997, con la llegada de José Luis Rado a la dirección, cuando ambos empezamos a recibir una gratificación por nuestro trabajo, gracias a la propuesta del director general del IVAJ de entonces. Curioso que antes a nadie, ni del IVAJ ni desde la propia dirección del certamen, se les ocurriese que ambos realizábamos una labor por la que debíamos ser recompensados, aunque fuera en forma de una pequeña (o simbólica) cantidad. Parece que hasta ese momento se daba por sentado que nuestro tiempo estaba ofertado gratuitamente para unos determinados intereses personales. La verdad es que nosotros tampoco, nunca, reclamamos nada. Pero, claro, nunca el resto del equipo ponía su presencia por la gracia de algunos.


Bienvenido Mr. Marshall

Roger Corman
Es en noviembre de 1992, en una de las primeras reuniones anuales del equipo organizador (por allí estaban en aquel entonces, antes o después, entre otros, Jose Antonio Hurtado, Aurea Ortiz, Sigfrid Monleón, Juan Antonio Ruiz Company…) se estudió la posibilidad de que en la edición del año siguiente se incorporase una nueva sección. Consistiría en proyectar la obra (en colaboración con la Filmoteca Valenciana) de un director reconocido, que, condición importante, debería estar presente en el certamen. Un realizador que debería servir de ejemplo y conocimiento para los jóvenes realizadores que acudían a Cinema Jove. La exigencia de su estancia durante los días del certamen era pues inapelable. No siempre se ha cumplido así por problemas diversos, a veces por cuestiones tan poco predecibles como la muerte del realizador tal como ocurrió, unos días antes de que se trasladase a Valencia, a George Sidney o por problemas de última hora (un rodaje, por ejemplo).

También establecimos otra exigencia, como que no se pagará a ningún director por venir al festival. Eso sí, su venida, su estancia, como la de su pareja, correrán a cargo del certamen. Algo que suponemos se sigue manteniendo.

En la etapa de Mario como director las resoluciones se tomaban en las reuniones del comité organizador que se reunía varias veces al año. Con posterioridad seremos los de dentro, es decir los encargados de las diferentes secciones, los que tendremos reuniones conjuntas para coordinar, elaborar el plan conjunto del certamen en sus diferentes secciones. Naturalmente la escolar se considera una parte importante del certamen. Con la llegada a la dirección de José Luis Rado se mantienen en parte las reuniones del comité organizador, reducidas sobre todo a la puesta en marcha del certamen. Pero el apartado escolar, aún manteniendo un grado de reconocimiento, empieza a desgajarse, del certamen general. Se va reduciendo a un departamento estanco donde los que lo llevamos lo planteamos casi con independencia total de Cinema Jove. Una, digamos, ruptura que se produce casi totalmente con la llegada de Rafael Maluenda, no porque Rafael quisiera encerrar en una especie de cárcel (con el fin de que no moleste) al apartado escolar sino más bien porque, probablemente, nunca ha tenido claro cuál es la razón de existencia de esta sección del certamen. Lo suyo, pues, consiste en dejarlo en manos de sus coordinadores, asistir a las sesiones de inauguración y de clausura (entrega de premios) como si se tratase de una especie de bulbo enquistado. Error provocado, insisto, por desconocimiento no por otra pretendida o extraña querencia.

Sobre eso volveremos en otra sección. Dejemos que sea ahora el nacimiento de una importante sección del certamen la que llame nuestra atención: la del referido homenaje a un director. Sobre todo mis referencias se extenderán en los años que van del noventa y tres al noventa y seis, en cuanto mi presencia en el comité organizador pesó sobre algunas de las decisiones tomadas.

En aquel otoño de 1992 se propusieron una serie de nombres. La mayor parte correspondían a directores norteamericanos. Entonces Cinema Jove contaba en U.S.A. con la presencia de un colaborador encargado de contactar con las personas que proponíamos, conocedor del cine de Hollywood y de sus nombres. Aparte, claro, que bastantes personas de las que componíamos aquel grupo, habíamos amado el cine viendo películas americanas.

Curiosamente varios de los presente, coincidimos, para aquel primer año, en una curiosa propuesta: intentar viniera un director poco conocido, o reconocido (aunque en algunos foros fue un realizador de culto), pero que considerábamos importante en cuanto en su labor (también como productor) había posibilitado el paso a la dirección de directores luego importantes tales como Scorsese, Bogdanovich, Monte Hellman, Joe Dante, Francis Ford Coppola, Demme, Cameron, Sayles.…También había impulsado la carrera de actores desconocidos entonces y que iban a convertirse en famosos como Jack Nic Holson, Peter Fonda, Dennis Hopper, Robert De Niro…

No recuerdo si se me ocurrió a mí ese nombre o fue a otro, pero para el caso era igual. Un director un tanto insólito en aquellos momentos para rendirle un homenaje, por eso, creo, aunque parezca raro, se apostó, por él. Curioso personaje, como pocos, siempre moviéndose en las fronteras de la serie B… o de la Z. Mecenas, desprendido o no, ahorrador o manirroto… Se trataba de Roger Corman, una buena forma de iniciar la sección de realizadores en Cinema Jove.

Todo salió a la perfección, salvo que en el último momento su presencia pendió de un hilo, que, como si se tratase de un espejo de sus filmes, tuvo que ver con cuestiones económicas. Corman no cobraba por venir, pero comenzó a (im)poner una serie de condiciones para venir a Valencia. Le acompañaría su mujer, alguno de sus hijos. Además tendrían que viajar en primera clase, también sus vuelos deberían ajustarse a unos determinadas rutas, el hotel… Roger Corman se convertía, en esa discusión sobre los acuerdos, en una especie de jefe de producción de sus propias producciones.

Todo se arregló y Corman con su séquito se paseó por Valencia, ante la feliz mirada de los cineastas jóvenes que veían en él ese productor ideal capaz de confiar en un aspirante a director, siempre que fuera capaz de ofrecerle un guión repleto de acción y cuyo coste de producción fuera mínimo. La inteligencia debe ponerse por encima de la técnica y de las necesidades de un rodaje que debe efectuarse en escaso número de días. Casi el último grito de corten debe suponer el pase a las salas de relleno. El montaje… ¿Qué es eso?

Corman resulta ser un típico americano simpático, accesible con el que se puede dialogar. De todas maneras mi contacto con él, durante el festival será bastante limitado. Parece que le agradó que le dijese que admiraba la serie de sus películas sobre Poe, sobre todas, quizás, La obsesión, un filme que me produjo una gran desazón, inquietud (o terror) cuando lo vi.

Por aquel entonces Cinema Jove lo cerrábamos (como sigue haciendo actualmente algún otro certamen de por ahí fuera) con una cena no de gala, pero estupenda, que tenía lugar en el claustro del Monasterio de Puig. Asistían las figuras más emblemáticas que habían acudido al Certamen, el equipo al completo que había organizado, trabajando en el evento, algunos de los invitados. Cenas agradables, suculentas, también entrañables que terminan el mismo año (o al siguiente) de la presencia de Corman en Cinema Jove.

En ese año, 1993, en una de las secciones se presenta un programa, con algunas de sus producciones de la mítica escuela de San Antonio de los Baños de Cuba. Una estupenda delegación será la encargada de explicarnos el funcionamiento de su escuela. Cinema Jove sigue creciendo, expandiéndose. Años de abundancia. El festival sólo tiene ocho años.


Pequeño tropiezo

Peter Bogdanovich
No todo va a ser redondo en la historia de Cinema Jove, como no ocurre en ningún festival, sea de la categoría que sea. En los primeros años se han producido algunos de esos fallos que siempre ocurren, como por ejemplo tener que alterar el orden de algunas proyecciones, que la película prevista para un día no llegue porque al parecer aún se encuentra en la aduana o se le ha ocurrido darse un garbeo por otros lugares de acá o de allá. Sin cosas como esas, o parecidas, no hay festival que se precie, como tampoco, en sus tiempos, podía existir un cineclub que no colgase entre sus triunfos una serie de fallos imposibles de evitar.

En 1994 aprenderemos algo nuevo: nos puede fallar la persona que deseamos homenajear. Será la primera vez, luego (por diversas causas como son nuevos rodajes, enfermedades, incluso muertes) existirán otras.

No sé quién fue el que propuso al director homenajeado para ese año o si su nombre surgió como alguien que conectase con Corman a través de su factoría, es decir un realizador que se hubiese iniciado en ella. El elegido fue Peter Bogdanovich. Por entonces el director no había entrado aún en una etapa de decadencia creativa. Nada menos que suyas eran The last picture show, El héroe anda suelto, Saint Jack…Una gran esperanza que se iría diluyendo en el tiempo. Además era critico, escritor; suyas entre otras eran unas estupendas entrevistas a Welles o a Ford (lo que el realizador de Centauros del desierto quería decir, que como se sabe era más bien poco). Su presencia iba a ser importante. Pasábamos de Corman, alguien que se había hecho a sí mismo, a un, digamos, intelectual con permanente cara de niño sabelotodo. El cambio vendría muy bien al festival. Bogdanovich tendría bastantes cosas más que contar con su personal estilo.

Sus rodajes para televisión, creo, pero lo digo sin demasiada convicción, se cruzaron por medio cuando todo estaba prácticamente cerrado para que viniera. Fue allá por el mes de marzo. ¿Qué hacer? A alguien se le ocurrió una solución. Un apaño por supuesto, pero tampoco estaría mal. Nuestro hombre en Hollywood era quién nos comentó que eso era posible. Sería traer a un actor, Ben Gazzara (dispuesto a venir) que había trabajado en algunas películas de Peter Bogdanovich y que estaba excelente en su Saint Jack.

Con dudas por parte del Certamen, se cerró el trato. Antes de que viniera quisimos saber algunas cosas sobre su vida, sobre todo si seguía (supimos luego que se habían separado hacia algunos años) casado con Janice Rule.

La estancia de Ben Gazzara fue breve, escasamente interesante. Era como en sus películas, un ser que pasaba de todo, que miraba con cinismo la vida mientras bebía y bebía. Pocas palabras se le podían sacar sobre su actividad. Quizás fuéramos para él algo así como alienígenas. Lo mismo que él nos parecía a nosotros. No nos quedó demasiado de su persona. Si del actor inolvidable de algunas de las numerosas películas en las que ha intervenido (aún sigue en activo) como puede ser, aparte de la citada de la de Bogdanovich, Anatomía de un asesinato u Ordinaria locura.

Cinema Jove, entonces, como ahora, tal como he comentado ya, cuenta con un problema, no se si grave, pero sí importante: su celebración en el mes de junio. En algún caso, sus organizadores, echarán la culpa de esas fechas (finales de junio) a su parto, que tuvo que coincidir, dicen, con el final de curso como certamen escolar que fue en su principio. En realidad, como creo también comenté en uno de los anteriores artículos, esto es una verdad a medias. El primer año no se celebró por ejemplo, para nada, coincidiendo con el final del curso, sino aprovechando un puente escolar. Por ello parte del alumnado dejarían habitaciones libres en el internado de la laboral de Cheste, las cuales serían ocupadas por los participantes en aquella primera edición. Se debió celebrar aquel primer año a finales de mayo o muy a principios de junio.

Después el certamen pasó a Valencia, se utilizaron alojamientos en la ciudad (algún año al menos se trasladó a los escolares a un albergue juvenil cercano. No se repetiría la experiencia porque resultó bastante frustrante pues, aparte del transporte diario a Valencia, surgieron otra serie de problemas) para los participantes en las diversas secciones, también para los distintos invitados (realizadores de cortos, críticos, personalidades…). La sede del certamen estaba instalada en esos años, en la sede cultural de Bancaja (se utilizaban varios salones para proyecciones, así como salas para las conferencias de prensa, para albergar, durante el festival, las diferentes oficinas del Certamen. Allí también tenía lugar todo el apartado escolar) y en el edificio Rialto (ocupando tanto el teatro como la sala de la Filmoteca para las diferentes proyecciones). Actualmente la oficina de prensa, así como las salas donde tienen lugar las ruedas de prensa se encuentran situadas en un hotel, mientras que las proyecciones tienen lugar en varias sedes mientras que la inauguración y clausura se efectúa en el teatro Principal. La S.O. o los ciclos de los homenajeados pasan al edificio Rialto. Desde hace unos años, no recuerdo si esas sesiones se iniciaron con José Luis (creo que sí) como director (con Rafael han seguido teniendo lugar con mucho éxito), se mantienen unas sesiones nocturnas, diarias, gratuitas en la zona central del parque de Viveros. Los dos últimos años también se han celebrado sesiones en algunas salas de unos multicines.

Tanto en aquel 1994 como en 2010 se mantiene la discusión sobre las fechas correctas de realización del certamen, para evitar molestos eventos que dificulten aun más la asistencia de espectadores, a los que el calor arroja en esos días, sobre todo en fin de semana, fuera del centro de la ciudad con dirección a las abarrotadas playas cercanas. Bueno, bien mirado las fechas en las que se celebran la mayor parte de los festivales españoles (alguno de fuera también se las trae como Berlín en febrero) parecen buscadas a propósito para enfrentarse a las peores condiciones climatológicas, así por ejemplo Valladolid finales de octubre, Gijón hacia finales de noviembre, Granada a principios de junio, Mieres en enero, Documental de Pamplona en febrero… O sea épocas ideales por las previsibles condiciones meteorológicas de esas ciudades….

Discusión, o planteamiento quizás baladí, comparado con el enfrentamiento, como le ocurre a Cinema Jove cada dos años, con los campeonatos de fútbol (europeo o mundial) y desde este mismo año con las carreras de Formula 1. Nadie podía imaginar que las carreras de coches se iban a cruzar en el camino del festival. Terminada la edición de 1994 se buscaba que viniese a Valencia un director de cierto renombre. Se encontró para 1995 a Budd Boetticher. El siguiente sería el año de Basilio Martín Patino. Tuve que ver la venida de ambos realizadores, incluso sobre ellos escribí sendos libros. Con ellos Cinema Jove cierra la etapa de Mario Viché. De lo que ocurrió en esas dos ediciones, que las viví de forma intensa, será de lo que traten mis próximas entregas.

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