Oscars: El reconocimiento para dos actores


Colin Firth y Natalie Portman consiguen
el Oscar a mejor actor y actriz


Colin Firth comenzó su carrera como actor con Otro país (Another country, 1984), donde compartiría protagonismo con Ruper Everett, éste también en uno de sus primeros papeles. Tras ese debut Firth continuaría trabajando compaginando el cine (Valmont sería su trabajo más recordado de esos años) con la televisión, y es precisament en este último medio donde el actor conseguiría uno de sus primeros éxitos en la serie Orgullo y prejuicio (Pride and prejudice, 1995).

Colin Firth

 A partir de ese momento, el actor inglés encadenó sus papeles para el cine apareciendo en infinidad de películas como actor secundario (El paciente inglés, Shakespeare in love).

El éxito de El diario de Bridget Jones (2001) hizó que el actor inglés subiera un peldaño en popularidad y ya nos dejó ver algún trabajo magnífico como La joven de la perla (2003), con una excelente Scarlett Johansson que ya comenzaba a adquirir renombre. Sus apariciones, desde entonces se fueron multiplicando en films donde compartía protagonismo (desde Love actually hasta Mamma mia!) pero dejando en el camino muestra de su talento como interprete en esos papeles reflexivos, donde con muy pocas palabras expresaba sentimientos , como haría en Genova, el filme de Michael Winterbottom.

Le ha llegado ahora el turno de conseguir el Oscar con uno de esos papeles que tanto gustan en Hollywood y donde precisamente ese carácter distanciado, distante y frío con el que arropa al personaje histórico de Jorge V. El discurso del rey le sirve para foguearse en un duelo interpretativo con Geoffrey Rush, en un filme donde lo más interesante son esas dos interpretaciones e inmerecedor de constituirse en el filme del año (Oscars al mejor director y mejor película).

Con 50 años cumplidos y un Oscar en el bolsillo, esperamos que nos deje, entre sus numerosas apariciones en la pantalla, algún papel interesante como ha venido haciendo hasta ahora.

Natalie Portman

Un caso muy diferente es el de la ganadora al Oscar a mejor actriz, Natalie Portman. La primera vez que nos fijamos en ella fue con la comedia de Ted Demme, Beautiful girls (1996), en un precioso papel de adolecente que daba lecciones a los adultos que la rodeaban. Es verdad que posteriormente nos dimos cuenta que también salía en Leon (su debut con 12 años). En ese año de Beautiful girls también la vimos en Heat y Todos dicen I love you. Con una prometedora carrera, el riesgo era una elección equivocada y que su incorporación al mundo adulto terminará en el olvido.
Pero Portman supo asumir este riesgo y entre su participación en la continuación de la saga de La guerra de las galaxias y sus estudios de psicología, pasó esos años con cierta dignidad, lo que le permitió acceder a papeles adultos donde ya se dejaba ver el salto como actriz. Closer, el filme de Mike Nichols (2002), es un ejemplo evidente de esta manera de entender su profesión y el primero que nos alertó de la nueva actriz que teníamos en la pantalla. A partir de ahí, la actriz trabaja con directores como Wong Kar-Wai, Milos Forman o Amos Gitai.

Su interpretación en el filme de Darren Aronofsky, Cisne negro (2010), no ha hecho sino confirmar que la actriz es capaz de enfrentarse a papeles adultos y complejos, donde el lucimiento o el desastre forman parte del riesgo de su profesión. En un filme que personalmente considero más efectista que efectivo, Natalie Portman consigue llenar con fuerza las aristas de un personaje sobre el que la cámara gira, literal y metafóricamente, a su alrededor. Es la clave para entrar en la espiral de horror psicológico que plantea el filme.
Natalie Portman, esa niña que debutó en la pantalla hace casi 20 años, tiene ahora todo el futuro por delante para representar cualquier papel con solvencia.

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