Terror económico

A propósito de Inside Job y Margin Call

Con unos meses de diferencia se han estrenado este año dos filmes de terror, dos películas que tras su visión nos genera una sensación de miedo que se prolonga más allá de la sala de cine. Los títulos de estas películas no son Noche de miedo, Destino final 5 o Intruders, pues en estos filmes el miedo que sentimos tiene que ver con la fantasía y la magia que se experimenta en el cine, con mayor o menos fortuna. Por el contrario, el terror al que nos acabamos de referir tiene su origen en la existencia real de los acontecimientos que narran, de ahí que esos relatos veraces nos provoquen más escalofrío porque están basados en hechos reconocibles, más que aquellos que se circunscriben estrictamente al género de terror. Estas dos películas son Inside Job y Margin Call.
 
Inside Job

En el momento de su estreno ya señalamos que Inside job (2010) era un documental que analizaba de una manera certera las causas que nos han abocado a la mayor dificultad del sistema capitalismo occidental que se recuerda desde la crisis del 29. El filme de Charles Ferguson mostraba con una serie de pinceladas pedagógicas la ruta del hundimiento económico y apuntaba directamente a los responsables del desaguisado. Desprovisto del divismo que acompañan los trabajos de Michael Moore, con quien se ha relacionado por su denuncia crítica Inside job, este documental consigue el objetivo de ser claro y certero respecto a la situación actual que padecemos.

Producía espanto el sucesivo relato de los hechos y la mención de los responsables, insignes economistas, que consiguieron mantenerse a flote en la catástrofe general que alentaron de múltiples maneras, muchos de los cuales continúan en los más altos puestos de responsabilidades, tanto en universidades como en consultorías, empresas económicas o la administración americana. El devenir de la crisis no ha hecho sino confirmar las tesis pesimistas que planteaba el filme y la impotencia de las personas ante las actuaciones de ese conglomerado nebuloso que llamamos mercados.

Ahora nos llega, esta vez desde la ficción, Margin call (2011), prometedor trabajo del debutante J.C. Chandor en el que asistimos a las previas a la quiebra del sistema económico escenificado en la actuación de empresa que libera los activos tóxicos y que demuestra como una historia de tiburones financieros puede convertirse en una pesadilla, en una especie de contagio económico que envenena a todo el mundo.

Margin Call

En este drama empresarial encontramos elementos que podrían formar parte de una película de terror. En cierto modo los ejecutivos que desempeñan los papeles principales son los muertos vivientes o los vampiros de otros filmes. Instalados en sus atalayas de cristal dominan el sistema capitalista, desde ese punto de vista tan elevado, las víctimas que caminan por el suelo, aparecen distantes y el efecto mortal se relativiza, en una conversación uno de los ejecutivos comenta que la gente vive tranquilamente sin saber lo que va a pasar. La película está plagada de escenarios donde los protagonistas miran la inmensidad del paisaje urbano, en un espacio donde son los reyes. Cuando bajan al terreno común, al suelo que pisan los mortales ya no ejercen ese férreo control con tanta intensidad. Por eso el filme los muestra siempre en los despachos interiores, en los comedores de la empresa, en las salas de reuniones.

Margin call no describe personajes malvados como veíamos en Wall Street o Wall Street 2, en la película de Chandor lo que vemos son personas que actúan siguiendo un esquema militar, donde las bajas se minoran como parte del negocio y todo se deja a expensas de los resultados finales. Es una película donde no se salva nadie, desde los viejos experimentados hasta las nuevas generaciones, todos son parte de ese engranaje maquiavélico y todos encuentran excusas para perpetuar el mecanismo implacable en aras de mantener su supervivencia. La película nos devuelve un impagable Jeremy Irons en un trabajo donde recupera el pulso actoral perdido en anteriores filmes y nos deja un estupendo Kevin Spacey en el papel de hombre veterano encargado de ejecutar las ordenes del superior.

Lo dicho, ¡qué miedo!

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